EDUCACIÓN PARA LA SALUD

 

La Organización Mundial de la Salud define la Educación para la Salud como “el proceso educativo dirigido a dotar a las personas y a la comunidad de la capacidad de aumentar su control sobre los factores que tienen influencia sobre su salud”. Se busca que las personas sepan, pero también que quieran y que puedan comportarse de forma saludable, mediante el desarrollo de todas sus capacidades y a través de la reflexión, la creatividad, la motivación, el espíritu crítico, la autoestima y la autonomía. En educación para la salud, como en cualquier tema de educación en valores, juega un papel fundamental la familia. Por ello, los padres y las madres deben tener en cuenta la necesidad de inculcar en sus hijos e hijas los valores necesarios para que desarrollen estilos de vida saludables y autonomía personal. Algunos hábitos saludables que no debemos dejar de lado son:

  • Alimentación: Una alimentación saludable es uno de los pilares del buen estado general y del rendimiento escolar. Será la que proporcione los nutrientes necesarios para un adecuado crecimiento y desarrollo y posibilite la necesaria actividad física. En consecuencia, se adaptará a las necesidades de cada persona, a las diferentes etapas del crecimiento y al ejercicio físico realizado. Es primordial que los padres y madres alimenten a los menores de forma equilibrada, variada y suficiente. Hoy por hoy, se relaciona la alimentación saludable con la prevención de determinadas enfermedades como las cardiovasculares o las derivadas de la obesidad. También está relacionada con la valoración que hacemos de nosotros mismos a través de nuestra imagen corporal y la aparición de trastornos alimentarios.

  • La higiene: La higiene personal es otro de los factores a tener en cuenta por la familia a la hora de inculcar hábitos en niñas y niños. La ducha diaria nocturna, el lavado de las manos antes y después de las comidas, el lavado de los dientes después de las comidas…, son hábitos que desde muy pequeños, niños y niñas, incorporan como una rutina más y para los que van adquiriendo una paulatina autonomía.

  • Hacer ejercicio regularmente. Entendemos por actividad física saludable aquella que nos permite movernos, con la que nos divertimos y que nos aporta bienestar: jugar en el parque, andar en bicicleta, nadar pasear, practicar un deporte en equipo... son actividades recomendables para evitar el sedentarismo.

  • Descanso: Tan importante como realizar una actividad física saludable es dormir. Respetar las horas de descanso permitirá a nuestros hijos e hijas estar en disposición de enfrentarse a un largo día de trabajo en la escuela y fuera de ella. Es conveniente, en este sentido, que no dispongan de una televisión en su habitación o de un ordenador y que estos estén en las partes comunes de la casa.

  • La prevención del consumo de drogas. El consumo de drogas provoca en la sociedad y en las personas grandes problemas que afectan en gran medida a los jóvenes y a sus familias, y no sólo desde el punto de vista de la salud. Es necesario que la familia y la escuela colaboren estrechamente y aúnen esfuerzos para actuar de forma coherente y sean ambas fuentes promotoras de salud y de modelos saludables. Potenciar una educación que facilite el diálogo, ayudar a organizar el tiempo libre, facilitar que los menores se aficionen a un deporte, pueden ser herramientas eficaces para lograr tales objetivos.

  • Otros temas. Otros temas que forman parte de los “ingredientes” que facilitan una vida saludable son: la educación vial, la prevención de accidentes, la educación afectivo-sexual...